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¿Qué nos convierte en “carne de cañón” para padecer una adicción?

Todos necesitamos conseguir un nivel de satisfacción global en la vida, algo parecido a eso que todos conocemos como “felicidad”. Normalmente, éste se obtiene repartido en multitud de actividades: familia, trabajo o estudios, sexo, comida, el deporte… Cuantas más aficiones e intereses diferentes ocupen la vida de una persona, más probable es que experimente esa sensación de “ser feliz”. De esta forma, es probable que las carencias en una dimensión puedan compensarse con las satisfacciones obtenidas en otra.

Por el contrario, cuando una persona es incapaz o se siente frustrada en una o varias de estas áreas, puede centrar su atención en una sola. El riesgo de adicción en este caso es alto.

También existen ciertas características de personalidad o de estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a las adicciones: características como ser una persona impulsiva; la disforia (que es un estado anormal de ánimo que se caracteriza oscilaciones frecuentes del humor); la baja tolerancia a la frustración, la intolerancia a los estímulos desagradables tanto físicos (dolores, insomnio, fatiga…), como psicológicos (preocupaciones, problemas, disgustos, estrés); y la búsqueda de sensaciones.

Pero en otros casos, hay veces que detrás de una adicción lo que se encuentra es un problema de personalidad o de baja autoestima, falta de estrategias de afrontamiento, etc.

La adolescencia se suele presentar como un momento del ciclo vital especialmente vulnerable por los atractivos que las nuevas tecnologías pueden presentar, por los servicios que aportan, así como por su rapidez, disponibilidad, intensidad y porque permiten el anonimato, tan protector a estas edades, y el juego de identidades sin consecuencias, que posibilita y encaja muy bien con el deseo de búsqueda de sensaciones, de experimentación y de deshinibición de los adolescentes.

En este sentido, desde Desintoxicación Tecnológica entendemos que, se relacionan con la adicción a las nuevas tecnologías el aislamiento social, la soledad, la falta de habilidades sociales, las dificultades a la hora de establecer relaciones interpersonales, la ansiedad, la depresión, el malestar con la apariencia física, el abuso de sustancias o cualquier trastorno que afecte al estado de ánimo o la personalidad.

Pero no podemos menospreciar la importancia de los contextos de desarrollo más importantes para la persona: la familia, el grupo de iguales, el contexto educativo o laboral, y la comunidad.

FACTORES PSICOLÓGICOS DE PREDISPOSICIÓN A LA ADICCIÓN:

  • Estado de ánimo disfórico
  • Intolerancia a los estímulos displacenteros
  • Impulsividad
  • Búsqueda de sensaciones
  • Baja autoestima